La posmodernidad con el fin de los metarelatos y de las verdades absolutas, con la deconstrucción, la multiplicidad de voces y la globalización nos ha dejando sumergidos en la soledad de la vida contemporánea. En mi serie de fotografías llamada Nadie plasmo este sentimiento de lejanía. El mundo se mueve a toda velocidad, pero nosotros estamos sumergidos en la ausencia.
Estas imágenes las he capturado en Colombia y alrededor del mundo. Están hechas “in situ”. Aparecen con su carga emocional y yo tengo la fortuna de tener mi cámara en la mano para poderlas fotografiar. Mis fotografías trasmiten un sentimiento de soledad, de nostalgia y de melancolía. La constante en cada una de ellas es la ausencia de personas. Una ausencia incomoda, pues son lugares ideales para un encuentro, pero no hay nadie.
En estas imágenes la perspectiva y la luz son las verdaderas protagonistas. Hay una evocación inherente en la composición de cada una de ellas que despierta en el espectador un encanto sutil y delicado hacia la ausencia.
Así como la belleza está en los ojos de quien mira, de esa misma forma se ve la soledad, o mejor dicho, se siente.
Nadie es una serie fotográfica en blanco y negro que tiene el propósito de trasmitir un sentimiento de nostalgia. Algunas fotos son románticos, otros están cargados de contenido emocional, otros son imponentes y otros bellas por su simpleza. Todos estos lugares que he plasmado en mi trabajo tienen la magia idónea para ser disfrutados en compañía…. pero lo realmente sublime es su soledad. Una soledad que incomoda, que entristece, que agobia el corazón y de alguna otra manera engrandece el alma y alimenta los sueños.
Nadie es una obra sobre la soledad que nos predispone a soñar con compañía.
La impresión en vinilo adhesivo sobre vidrio y su marco en caja de madera logran darle al montaje una sensación de profundidad. Las imágenes parecieran salirse del encuadre para tocar al espectador.
Marcela Bellini
La fotografía después de su invención en el siglo XIX fue tomando partido por distintos argumentos, en sus inicios parecía que su gran objetivo era documentar. Pero las imágenes mismas fueron cobrando vida e independencia y muchos fotógrafos-artistas desearon trascender la simple captura iniciando distintas reflexiones en tomo a lo conseguido por la cámara. Las intenciones fueron encontrando significados y las fotos podían así superar su propia condición y dirigirse más a oferentes estados de pensamiento y conciencia.
La fotografía inicialmente fue en blanco y negro o sepia. Cuando aparecieron los revelados a color muchos fotógrafos pensaron que las imágenes en blanco y negro eran más poderosas y registraban mejor los embates de la luz y la sombra. Los fotógrafos que acogieron de inmediato lo policromo debieron enfrentarse al color y reflexionar en tomo a él a fin de que funcionara funcionara con los parámetros del significado y el significante.
La fotografía desea emitir ideas que desafíen las imágenes mismas que se ofrecen. Una carga emocional e intenciones determinarán el resultado final y las liberarán de cualquier clase de inocencia. En ese empeño muchos artistas han usado la cámara para exponer sus pensamientos y argumentaciones con la misma potencia que con cualquiera de las otras formas visuales de materializar: pintura, dibujo, video, instalaciones, performances. Los artistas que han usado la fotografía se han encargado de redimir este medio y de localizarlo entre una de las formas más potentes de expresión.
Hoy tenemos una serie de fotografías en blanco y negro en gran formato que bajo la idea de la ausencia nos ofrece recintos arquitectónicos que tradicionalmente se usan para encuentros públicos. Lo que Marcela Bellini ha querido al capturar estos espacios donde los humanos están ausentes es provocar una reflexión metafísica que incluye la exclusión y el vacío como valores a ser repensados.
Las fotografías nos muestran salones de té, estaciones de metro, plazas de toros, edificios con ventanas, caminos rurales, playas, cementerios, capturados en distintos lugares del mundo, todos absolutamente vacíos donde las personas que todos los días las habitan y recorren no están. Esa carencia hace que nos concentremos mejor en estos escenarios y miremos su arquitectura o su oferta paisajística. Los distintos lugares nos enseñan su ley propia y dejan ver mejor sus características físicas.
Marcela Bellini ha concentrado su interés en estos espacios solitarios y al formar un conjunto desea generar alegorías que hablan de la ausencia, de la soledad y de la nostalgia como una manera de evocar sentimientos íntimos.
Miguel González
Curaduría
Septiembre 2015